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El pasado 1 junio, Sebastián Piñera, presidente de Chile, declaró que le otorgará “carácter de urgencia” al proyecto de ley del Matrimonio Igualitario que está en discusión en el Congreso desde 2017. “Pienso que ha llegado el tiempo del Matrimonio Igualitario en nuestro país”, afirmaba Piñera en el discurso que anunció la creación de una Fiscalía para investigar temas relacionados a derechos humanos.

La directora y productora de cine y televisión chilena Aura Sinclair, 27, integra el equipo por detrás de La Isla de las Gaviotas, la primera gran producción cinematográfica del país realizada exclusivamente por personas LGTBIQA+.

La respuesta tardía del Gobierno a una demanda social que ya lleva años siendo arrastrada fue celebrada por organizaciones de DDHH en todo el país, pero como nos cuenta Aura Sinclair, queda aún mucho por hacer: 

TODAS LAS PERSONAS SOMOS DIFERENTES, sin embargo, la sociedad que me vio crecer era una que temía y condenaba la diferencia. He tenido la suerte de poder decidir por mí misma mi identidad de género y sexual desde temprana edad, lamentablemente, eso no me ha hecho inmune a la ignorancia y violencia de la sociedad patriarcal en la que vivo.

Nuestras identidades están en constante construcción y necesitamos reflejarnos en el resto para poder conocernos, identificar lo que nos hace diferentes pero también aquello que tenemos en común. El problema mientras estaba creciendo era que faltaban referentes en los medios de comunicación con los que sentirse identificade, el temor y los prejuicios invisibilizaba la existencia de las personas trans, homosexuales y ni hablar de las identidades que existían fuera del binario de género.

Cuando creces como una persona LGTBIQA+ en un entorno que constantemente rechaza y estigmatiza quien eres, el “orgullo” nace como una respuesta a todos esos años de esconderse producto del miedo, de enfrentar la violencia en las calles, los medios de comunicación e incluso en nuestras propias familias. Como muchas personas que se identifican fuera del espectro binario de género, he tenido que batallar con los problemas de autoestima que derivan del rechazo social que aún prevalece hacia nosotres y nuestras identidades. 

Crecer en Chile no fue fácil. Aunque las cosas parecen estar cambiando, mi vida en el sur del país donde me crié estaba marcada por la ignorancia y el temor a todo aquello que se escapase de la norma. Lamentablemente ese temor todavía prevalece, día a día conocemos nuevos y estremecedores casos de violencia contra personas LGTBIQA+, ataques y crímenes de odio que afectan a disidentes sexuales, travestis y otras personas que viven sus vidas fuera del espectro binario del género.

Nuestro país estuvo muy influenciado por el catolicismo, la religión que heredamos del colonialismo. También heredamos de occidente la visión patriarcal del mundo, en la que se condena todo lo femenino. El resultado es una sociedad machista que mira con rechazo todo lo que sea contrario al régimen cisheterosexual. 

Esto genera entornos hostiles en las familias, en las aulas e incluso en el mundo laboral donde se estigmatiza a personas cuya identidad sexual o de género no coincide con la que se le asignó al nacer. Aunque cada vez hay más información disponible, estas barreras todavía dificultan bastante la vida de personas LGTBIQA+ en Chile. 

La ley de identidad de género promulgada el 2018 ha sido uno de los avances que hemos conquistado hasta ahora, sin embargo, lamentablemente aún no considera la existencia de las personas no binarias. Las personas trans que se identifican con el género contrario al que se les asignó al nacer tienen la posibilidad de cambiar su nombre y sexo registral legalmente, sin embargo, las personas no binarias todavía tienen que caminar por las calles con un carnet con un nombre e identidad de género que no les representa. 

Todavía hay muchos derechos por conquistar, necesitamos poder acceder a mejor salud, que el sistema contemple nuestras necesidades, que existan más oportunidades laborales, educación sexual y de género en los colegios y un sinfín de cosas que mejorarían nuestras vidas. No hay que olvidar de celebrar los avances, teniendo siempre presente que esto es sólo el comienzo y que queda aún mucho por hacer.